ROJO NOCHE

Dices ser sagrada para tu santos mientras me escribes erótica tus pensamientos más turbios, consumando en un texto la pasión de tu libido que llameante ha de subir a tu cabeza y pasar luego a mi oído en tus mensajes de voz. Me escribes también mientras antes de dormir tarareo para dormir más rápido, pero consigues pronto llamar mi atención y manchar mis ojos escarlata mientras se queman por el brillo del móvil y por la atracción de tu vientre que cerca está aunque vivamos a muchas millas de trecho.
Luces directa, distante en comportamiento como cuando hablamos de cerca y acabada la clase respondes a mis preguntas más detalladas con monosílabos o movimientos extraños con la cabeza.
Pareces fiera, pareces ruin cuando cae la noche y en sentimiento vivo, un rojo encendido ha de venir. Si conservaras esa actitud y perdieses tu dualidad casi fingida, es un hecho, que la cabeza perdería también sobre la marcha, tratando de concentrarme por sobre los apuntes de ayer. Estás cocinando tu lascivia en el horno de mi oprobio.
(...)
Sabes a miel entre mis labios tras el ardid de un beso-saludo, y mirándome de espaldas, con tu cabeza girando he de sentirme más solo que la luna en la mañana o más seco que un páramo andino tras el verano del 41. Solo, no por la soledad misma, sino porque en tu mirada penetrante, lánguido siento tu excitación mientras el reflejo de tus ojos me miran, consumiéndome como un cigarrillo.

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