ΔΕΙΜΟΣ ΚΑΙ ΦΌΒΟΣ

Deimos y Fobos equilibran toda característica humana ligada al optimismo. Y si en cierto punto nos hacen daño por el otro han de ayudarnos a celebrar nuestros límites, porque nadie sortea su vida sin pedir recompensa alguna, tampoco nadie se lanza al abismo sin tener un porqué.
Entiéndanse las líneas anteriores como una iniciación a este tema que me apasiona, no por la sencillez sino más bien por la extensión de este razonamiento : "Vivimos con el miedo hasta morirnos y separarnos de él."
-°-
Tanto el dolor de la vida o el miedo son cualidades que hemos comprendido desde el nacimiento hasta hace unas horas, un minuto o segundo (si es que respiras álgido por la última preocupación). Los fármacos se han llenado de nombres para incurrir en la demanda de antidepresivos y ansiolíticos, que en cierta medida alargaran o cortaran pronto la nostalgia propia.
-°-
¿Somos moldeados por el miedo hasta ya no percibirlo, o logramos evadirlo en nuestra humanidad?
**
#1.- NO CASA
#1 | NO CASA
La van rodeó el perímetro
nos colocamos con las piernas sobre los respaldares
y conversando esperábamos que la luz volviese
Miré el móvil ya descargado,
cerca de las 8 sin luz ni móvil.
Bajé del auto por un momento
y tras ocho minutos sobre la banqueta
una luz de cerca hubo de prenderse.
La casa de al lado tenía luz,
y mis ojos brillantes observaban
que mi casa había desaparecido.
Saqué el móvil para tomar una foto,
un icono rojo pronto titiló.
Me acerqué más y al rezongar
tuve en cuenta todo, pero nada
había por cambiar.
Llamé a mis amigos, dentro de la van.
Les conté del hecho, me creyeron mal.
Y como peor comentario, asintieron,
veían lo mismo que yo,
o se perdían de vista.
Froté mis ojos por cuarta vez,
parpadeé mucho e inmóvil
me sobrecogí.
Perdí la ruta, trastabillé en la oscuridad
del terreno,
de donde antes estaba mi casa.
Perdí mi rastro, y sin peso de por medio
al suelo me desplomé.
Toqué mi pecho, latidos graves;
de la espalda empezaron a empujarme.
Volteé la mirada y ... me había quedado solo.
Ningún amigo cerca,
luces prendidas en cada casa.
Toqué la puerta de mi vecina.
No había voz que contestase,
buscaba el kiosco que
tampoco tenía vidas.
Apreté los puños con fuerza
y con el rabillo distinguí: sin casa aún.
Y vuelta la soledad en miedo
regresé del trance.
(El psiquiatra lo anotaba todo).
*Desde siempre estuvimos acompañados. Morir sin nadie al lado o vivir solos y luchar contra ello es uno de los miedos más recurrentes.

#2 DE LOS MIEDOS DE ADENTRO
Me limité a cerrar la puerta y con la almohada pegada a la boca volví a toser, y toser.
Agité la cabeza como queriendo expectorar lo mayor posible, pero un dolor desde el pecho hacía afuera hubo de asustarme mucho más que la sangre que salió de adentro y llegó a manchar la funda de la almohada.
Saqué rápidamente las llaves de mi mochila y salí nuevamente, esta vez más abrigado. La farmacia más cercana estuvo a punto de cerrar y mediante gestos les señale que necesitaba ayuda, mostré mi mano roja de los últimos rezagos de sangre que brotaban desde el fondo de mis pulmones.
-Necesito una inyección lo más pronto posible- (y dejé de hablar).
-°-
Somos como armas biológicas en algunos casos; odiamos enfermarnos pero actuamos sin medida y provocamos lo temido. Si tenemos enemigos, ¿les contagiaríamos?, esa es una de las preguntas que se me vino a la mente algunas veces. Pero sin duda, un miedo persistente , y del que rico o pobres no pueden librarse es el miedo a la enfermedad, y a la posterior muerte por su causa.
Con la tecnología de Blogger.