CAMINO AL TRABAJO

(Soy de los que escribe en mente cada día, en cada camino, cada minuto)
Las ventanas del bus me sirven como espejo, me veo reacio y en la noche hueco, como un hombre descarnado, pero con mucho miedo si alguien extraño se sienta al lado.
Un día de estos, con el cielo nublado es sorprendente que no llueva, igual el paraguas está a mi lado, o quizá es el paraguas llevándome nuevamente a la irritable rutina.
Av Callao. Se cuela a la memoria, la primera avenida que me gustó de la ciudad, me hizo recordar al puerto que tanto temía pero que ahora extraño, y ese sentimiento, lo odio.
Psje San Miguel. Es tan pequeño, pero pintoresco, es tal vez el único callejón donde no me reflejo, porque translúcido en sus colores me pierdo.
Av. Avellaneda. Llena de ambulantes, nenes, tribus urbanas coladas y sombras desproporcionadas, por un sol que ama con sus rayos caer en los árboles que el hombre no ha tumbado.
Calle Roca. Tan sólida y triste, me ves caminar cada día, tratando de encontrar la mitad de tu camino, quedarme entre tus muros petulantes y volviéndome esclavo de mis deseos, que se van en mi trabajo
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