UN SENTIMIENTO ANÓNIMO

No te desanimes...
Vuelve a ser quien eras, la muñeca vestida de rosa, con el lazo doblado de la forma más particular que he visto. Continúa con esa voz tan fina que me obliga a pedirte tantas veces que repitas lo mismo, pero tú te acercas, casi siempre terminas diciéndomelo al oído; ...eso es lo que me enamora más de ti, la voz que suele refrescar mis oídos, aún en medio del frío.
No desmayes...
No importa si deseas siempre quedarte en mis brazos, que yo estaré dispuesto a abrazarte. Pero si es mejor irse, espero lo sea para nosotros dos, porque el tiempo ha sido enemigo mutable que por temor no resistes.
No te reprimas...
Y deja pasar las lágrimas, aunque alternas, sobre tu rostro tan colorado, sobre tus mejillas tan sonrosadas, y sobre tus manos, ahora tan húmedas. No te seques esas manos, deja que se enfríen y sientas por un instante que la gravedad del desamor puede pronto cambiar de humor, de clima y condición
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(Regresé al día siguiente)
—¡No te vayas!—
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